Monday, July 03, 2006
New York - El color de una ciudad: sus habitantes
Toda ciudad es una caja de sorpresas, tierra de nadie y misterios, donde los personajes mas extraños pueden brotar desde la propia mirada. Solo hace falta agazaparse, borrarse y enfocar las siluetas que se van delineando apenas a pocos metros.
New York, probablemente, sea la ciudad por antonomasia. Donde se dan cita la pluralidad de razas, la multiplicidad de estilos, lo convencional y lo extravagante. Una tentación para quién más allá del oficio, tiene la pretensión -acaso vana- de perpetuar un momento, como de la eternidad se tratase.
Por ello, la escena que se ve a la entrada de la Grand Central Station, al 200 de Park Avenue, corazón de Manhattan, puede ser leida como un relato o como símbolo. Solo hace falta volver a la serenidad luego del impacto.
La cabellera roja de un hombre, como extraida de relatos de vikingos que no hubieran disgustado a Borges, se impone primero como un latigazo. Pero si se cede a la tentación se ve la pedestre imagen de una cola aglutinada tras un puesto callejero de alimentos.
Las manos esperan ansiosas, revolviendo el dinero, atrapando en el aire una porción de la magia comestible.
El vikingo llega a sumeta, la espalda del vendedor no nos deja apreciar su origen. Pero es un árabe en New York. Y .
mientras el hombre prepara el alimento, se repite el rito de las monedas.
Más allá alguien mira: un oriental, un negro, -acaso un hindú-?
Detrás del vértigo de la ciudad todo es posible. Y sigue su curso. Razas que se cruzan, que muchas veces miran sin ver, que dejan abierta la puerta para imaginar la posibilidad infinita de la convivencia y la tolerancia humana.